Solo han pasado algunos días desde cuándo estoy en casa. He encontrado una foto que hemos sacado en un día de julio, no lo he visto desde entonces. Era una tarde – como antes muchas veces – nos encontramos en la playa compañeros de trabajo, amigos, aunque éramos de todos los ámbitos del globo (españoles, canarios-porque ellos no son españoles (dicen ellos), argentinos, italianos, y la húngara), hablamos la misma idioma, la idioma de los amigos. Cuando veo esta foto oigo los 12 personas, siento el calor del sol, huelo el olor de la pizza! No sé que día era, si habemos trabajado o no, si hicieron manifestaciones en Hungría, o en cualquier país del mundo. Pero en aquel momento, allí no era importante. Era un día, como cualquier, y nosotros estábamos juntos, nos sentíamos bien, Michele estaba tocando la guitarra y nosotros sabíamos que era un día perfecto.
En el tiempo que he pasado en Fuerteventura me ha enriquecido con muchas experiencias, impresiones y han nacido amistades que hoy creo que van a durar eternamente. Aunque es – mirarlo en realidad – siempre solo el momento cuándo estamos presumidos de nosotros mismos, y creemos en que esto no fue inútil, que aunque ya vivimos en continentes distintos, ni siquiera un océano es bastante grande para separarnos. Y como yo no soy famosa de mirar las cosas en realidad - mejor con mucho optimismo - nadie podría explicarme que esto no es así. Yo sé, que si, es posible, coger un avión y encontrarnos otra vez en otro lugar del mundo y seguirlo allí, donde lo hemos terminado, como si no hubiera pasado nada, solo la discoteca no se llama Cuba Libre o Mafasca, los anuncios no son de los sinpapeles llegando con barcos, el maletero se enrolla no con las guías suecas y cenamos en otro restaurante, no en Saperi Sapori. Pero estos solo son cuestiones del detalle. Porque es solo un día, como cualquier, y nosotros estamos juntos otra vez, nos sentimos bien, Michele toca la guitarra y nosotros sabemos que es un día perfecto.
En el tiempo que he pasado en Fuerteventura me ha enriquecido con muchas experiencias, impresiones y han nacido amistades que hoy creo que van a durar eternamente. Aunque es – mirarlo en realidad – siempre solo el momento cuándo estamos presumidos de nosotros mismos, y creemos en que esto no fue inútil, que aunque ya vivimos en continentes distintos, ni siquiera un océano es bastante grande para separarnos. Y como yo no soy famosa de mirar las cosas en realidad - mejor con mucho optimismo - nadie podría explicarme que esto no es así. Yo sé, que si, es posible, coger un avión y encontrarnos otra vez en otro lugar del mundo y seguirlo allí, donde lo hemos terminado, como si no hubiera pasado nada, solo la discoteca no se llama Cuba Libre o Mafasca, los anuncios no son de los sinpapeles llegando con barcos, el maletero se enrolla no con las guías suecas y cenamos en otro restaurante, no en Saperi Sapori. Pero estos solo son cuestiones del detalle. Porque es solo un día, como cualquier, y nosotros estamos juntos otra vez, nos sentimos bien, Michele toca la guitarra y nosotros sabemos que es un día perfecto.